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COLABORACIONES

No es lo mismo, ni es igual reforma constitucional a cambio en... El caso del voto femenino.

Octubre 24, 2014

No es lo mismo ni es igual, reformar un artículo que dar o conceder el voto. Hace algunos días se celebró un aniversario más de la reforma del Artículo 34 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que incluyó una precisión de género en la adquisición de la ciudadanía. He de mencionar que este artículo desde 1917 ha sufrido dos reformas la primera, del 17 de octubre de 1953, en la que incluyó la precisión de género y la segunda el 22 de diciembre de 1969, que acotó la edad para adquirir la ciudadanía a los 18 años. En este momento no reflexionaré sobre las motivaciones de dichas reformas, pero sí he de decir que no fueron gratuitas y cada una obedeció a un objetivo político de quienes detentaban el poder, en ese momento.
Esta singular reforma a merecido un gran despliegue de celebraciones aludiendo a que fue en ese momento en el que se le otorgó el derecho al voto a la mujer. Sin embargo, no fue así porque hablando estrictamente del manejo del lenguaje no existe una alusión, en dicha reforma, a otorgamiento o concesión del voto femenino, además de que el artículo que habla del voto es el 35 y no el 34. Por lo que si nos apegamos estrictamente a lo que se reformó, deberíamos festejar que se hizo una precisión de género, un gran avance para la época, lo que facilitó el ejercicio de la ciudadanía de las mujeres, pero no significó precisamente el voto femenino, como se festeja. Tan no fue así que tuvieron que pasar dos años para que concretara de manera "oficial" el voto femenino. Aquí habría que pensar ¿cuál fue la conveniencia a la que obedeció esta concesión?, estoy segura que esta no fue el deseo de la equidad de género, ni la preocupación por las mujeres y las condiciones de su desarrollo político, al menos de manera general. Por otro lado, ¿a quién le conviene festejarlo como el aniversario de la concesión del voto?, cuando es claro que nunca debió ser una concesión. El voto de las mujeres es, debe ser, y siempre debió ser, un derecho y una obligación. ¿Por qué festejar que se nos conceda lo que por nacimiento se nos debió pertenecer?, al contrario deberíamos protestar por tardarse tanto tiempo en reconocer nuestro derecho, además ¿por qué todo tiene que ser un festejo? cuando sabemos que no se ha valorado adecuadamente el trabajo de las mujeres en la política.
Ahora, con todo respeto a quienes lo festejaron y se congratularon por este hecho, la inequidades que existen en nuestro país no se resuelven ni se solucionan con las reformas constitucionales, ni con la exacerbación en el festejo. Se solventan con el trabajo en esas áreas de vulnerabilidad. Cuando hablo de trabajo, no me refiero a los paliativos de los programas sociales, ni a las campañas electoreras con las que atienden las necesidades de grupos vulnerables, sino a acciones que lleven a largo plazo a romper el círculo de la pobreza, y de la tristeza, que viven no sólo las mujeres. Un viejo adagio reza, "No le des el pescado, enséñale a pescar", eso por un lado y por el otro "menos TV y más book", podrían dependiendo del enfoque con el que se trabaje transformar al país. Ese cambio y esa transformación en el enfoque del trabajo del desarrollo social resulta inconveniente para quienes detentan el poder, pública y veladamente, habrá que preguntarse ¿a quién beneficia que las cosas sigan igual?
Por otro lado, hablando del derecho de participar en cuestiones políticas, que por cierto son abordados en los artículos 35 y no en el 34 que es el que se festeja, aún en nuestros días las mujeres se tienen que confrontarse con los hombres para que les sea concedido lo señalado en la fracción II de este mismo artículo. Para nadie es un secreto que se le da preferencia a los hombres frente a las mujeres. Aún con la legislación sobre la equidad de género a las mujeres se les delega, y hasta se les restringe su participación como candidatas a puestos de elección en todos los niveles. Ahora si hablamos de la ciudadanía, esta nunca le estuvo prohibida o restringida a las mujeres, tan no fue así que antes de esta reforma hubo mujeres que tuvieron el valor de desafiar a las autoridades y se presentaron a votar e incluso contendieron, y ganaron, como candidatas a un puestos de elección popular, sin embargo la falta de precisión, fue pretexto para negarle la legitimación de su participación. Por lo que podemos decir, que la reforma aquí aludida sin duda fue un avance para la legitimación de la participación de la mujer en la política. Sin embargo, para mí lo que hace falta, en nuestros días es que se respete a las mujeres que ejercen la política como una profesión. En lo personal me resulta desagradable escuchar, y en ocasiones leer, la opinión tanto de hombres como de mujeres, en la que se cuestiona los motivos por los que una mujer determinada ocupa un cargo político importante. A veces, lo más triste resulta cuando son las mismas mujeres las que atacan, con más saña, la imagen de una mujer que trabaja en la política, o más aún son mujeres las que obstaculizan el avance de otra mujer en diferentes áreas, no sólo en la política. Aunque, hay que decirlo, existen mujeres que se han creído lo que los estereotipos que se manejan en los medios de comunicación y piensan que la única, y la mejor manera, de lograr algo es por la vía corta, diría mi abuelita en el pecado llevan la penitencia. Este tipo de situaciones ha hecho más difícil el trabajo de la muchas mujeres honestas, trabajadoras y comprometidas, sin embargo he de reconocerles que eso no las ha detenido, ni creo que lo haga, porque la madera de la que están hechas da para eso y más. Mi reconocimiento para todas ellas, que no sólo en la políticas, sino en diferentes esferas de la vida pública y privada trabajan el triple, sino es que el quíntuple, para lograr sacar adelante hijos, marido, casa, trabajo y, algunas, función pública.
Sin duda, los desafíos que enfrentas las mujeres en el ámbito de la política como de la vida diaria son muchos, por lo que no sería descabellado pensar en promover una cultura de respeto del trabajo de las mujeres, en el que se empiece por valorar el esfuerzo que realizan día con día para mantenerse en posiciones en las que son vulnerables no sólo a los retos de esa misma posición sino a las malas lenguas y a las descalificaciones constantes de lo que hacen o dejan de hacer. Con esto no quiero decir que los esfuerzos por la equidad de género no sean valiosos, sin embargo para mí no es lo mismo equidad a respeto. Espero ver el día en que las mujeres hagamos un frente común para apoyar a las mujeres con el talento para desafiar al sistema y abatir las condiciones de vulnerabilidad de otras mujeres y que sean ellas las que trabajen pie con pie, rodilla con rodilla, hombro con hombro por el respeto y la reivindicación del trabajo de las mujeres exitosas.
Quizás suene trillado, pero me gustaría ver en las próximas elecciones a más mujeres contendiendo en puestos de elección importantes, y que sean las mismas mujeres quienes se encarguen de promover el voto de las mujeres por otras mujeres y que estas mujeres candidatas sean las primeras en estar comprometidas por cambiar las condiciones de inequidad que sufren no sólo las mujeres y que la equidad de género no sea sólo una pose, pero sobre todo se busque el respeto para el trabajo de las mujeres. En este momento, a nivel local y nacional, hay muchas mujeres con el perfil para poder ser candidatas a puestos de elección, ojalá que en los partidos en los que militan las tomen en cuenta, no sólo porque la Ley los obliga a repartir las candidaturas con el criterio de equidad de género, sino porque se respeta y valora el trabajo que han realizado. Por otro lado, si pensamos en que sectores son la fuerza de los partidos políticos, sin temor a equivocarme puedo afirmar que son las mujeres, por lo que no está demás la invitación a valorar el trabajo de las mujeres en los institutos políticos.

Karla V. Velázquez

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